Me cuesta mucho concebir IU
sin que convivan en ella la fuerza renovadora de Alberto Garzón y la solidez en
la lucha obrera de Cayo Lara, compartiendo ambos valores tan importantes como
la coherencia y la honestidad. De la misma manera que me cuesta imaginar un
periodismo que merezca la pena llamarse así que no valorase por igual el ímpetu
heterodoxo de Jordi Évole y la experiencia de Ramón Lobo. O, por supuesto, como
historiadora, pero no solo por ello, no me imagino una política en la que no
tengan cabida los movimientos sociales ciudadanos recién surgidos que luchan
contra la pérdida de derechos humanos y sociales sin que a la vez se impida que
caigan en el olvido los valores cívicos que inspiraron la II República, la
lucha antifranquista que acabó con la vida de tantos y tantas en la generación de
nuestros abuelos o la mezcla de incertidumbre e ilusión con la que nuestros padres encararon la llegada de la democracia.
En tiempos en que tanto se
teoriza sobre la vieja y la nueva política, esa necesidad de superar fracturas
generacionales se extiende también a la movilización política y social entre
los españoles emigrados. Hace casi un año, a base de observar algunas reacciones
y actitudes en la lucha por el derecho a la educación de los hijos e hijas de
los españoles en el exterior, llegué a albergar dudas preocupantes respecto a
una posible falta de sintonía, al menos en lo formal, entre el asociacionismo
asentado desde hace años en los países receptores de inmigración española y los
movimientos protagonizados por los recién llegados. Por un lado, las luchas de poder
durante décadas de bipartidismo también habían hecho estragos más allá de las
fronteras de España. Por otra, la distinta percepción de lo que ocurría en España
y, sobre todo, de la movilización social de la última década, podía ocasionar
ciertos resquemores, entre otras causas por el mayor peso de los medios de comunicación
“clásicos” entre la comunidad de españoles que llevan décadas en otros países. Me
preocupó entonces que se produjese un “diálogo de sordos” entre ambas
generaciones de emigrantes , lo que podría abocar finalmente a falta de comunicación
y, por tanto, de la unidad, tan necesaria siempre y más aún en un colectivo
minoritario dentro de los países de acogida, disperso y alejado de los centros
de decisión en España.
Sin embargo, ayer en Zürich
muchos de estos temores quedaron disipados y me pegué una alegría política al
cuerpo que, personalmente, necesitaba como la lluvia suave en medio de una
sequía prolongada -tened en cuenta que soy de Madrid y de izquierdas, creo que
no hay que explicar mucho más ;-)
En el Ateneo Popular Español de Zürich se celebró ayer una presentación con coloquio de la Marea Granate de
Zürich. La propia celebración de este
acto ya es de por sí una declaración de principios. El Ateneo abrió sus puertas
en 1968, en plena eclosión de la gran ola de inmigrantes españoles en Suiza, cuando
nadie se podía imaginar la televisión por satélite ni Internet, las llamadas
internacionales eran un lujo y los viajes a España, escasos. Un grupo de
pioneros llevan casi medio siglo abriendo las puertas de un local acogedor y
atestado de libros a actividades sociales, políticas y culturales. Y en ese sótano,
tan importante para dos generaciones de españoles en Suiza, cuatro
representantes de la llamada “nueva emigración”, Yolanda, Miguel Ángel, Daniel
y David, que llevan fuera de España entre dos y nueve años, presentaron ayer
Marea Granate, ese joven movimiento social transnacional y fuertemente ligado a
la presencia en redes sociales, que lucha por los derechos de los emigrantes españoles
pero también porque nuestro país vuelva a ser una democracia plena, donde se
respeten los derechos humanos y se priorice la justicia social.
Miguel Ángel Sánchez explicó
a quienes abarrotaban la sala del Ateneo cómo habían evolucionado los
movimientos sociales en España desde 2003, cómo surgió y se organiza Marea
Granate, ya presente en más de 30 ciudades de todo el mundo, y cuáles son sus
principales objetivos y preocupaciones. A continuación David García desgranó brillantemente
la “Ley Mordaza” (nombre más real que el que le dan sus promotores de “ley de seguridad
ciudadana”), haciendo especial hincapié en las consecuencias perversas del paso
de muchos delitos actuales a faltas administrativas, punibles con multas que ejercen
un dantesco efecto disuasorio sobre la movilización ciudadana al tiempo que se
restringen derechos democráticos básicos como el de reunión, opinión o información.
En tercer lugar intervino Yolanda Candela, que realizó un interesantísimo
análisis de la evolución de la legislación sobre el aborto en España y los pasos,
tan retrógrados como hipócritas, que ha dado el gobierno del PP jaleado por la
iglesia católica para restringir este derecho, poniendo en peligro la salud las
mujeres, especialmente de las más jóvenes en situación de exclusión social o de
violencia familiar. También informó Yolanda de la existencia de la Red Federica Montseny, formada por emigrantes españolas solidarias en garantizar el aborto
en condiciones dignas y seguras tanto a mujeres españolas en el extranjero como
apoyando a sus colegas en los distintos países. Después Daniel Pérez ayudó a
descorrer el tupido cortinón que oculta la información acerca de las
negociaciones del TTIP (Asociación Trasatlántica para el Comercio y la Inversión)
entre la Union Europea y EEUU. Partiendo de la base de que poco se sabe, algo
se intuye y mucho se oculta, hizo un
claro y detallado análisis de los intereses espurios que las grandes
corporaciones tienen en la firma de esos acuerdos, que relegarían a los estados
soberanos a meras comparsas de los lobbies económicos y equipararía por la
mínima la seguridad del consumidor y los derechos del trabajador en ambas orillas
del Atlántico. Por último volvió a intervenir Miguel Ángel con un tema que afecta más específicamente a los
emigrantes pero que tiene efectos políticos en España: las dificultades que la introducción
del voto rogado implican para los españoles emigrados y que han llevado a un
dramático descenso de la participación electoral en tres años del 32% al 5%. Se
cerró la primera parte del acto con la presentación de la página web que Marea
Granate Zürich ha creado para denunciar la verdadera “marca España” –no la que vende,
pagada con dinero público y a veces escandalosamente casposa, la “marca España” institucional.
La presentación de Marea
Granate Zürich fue tan interesante y completa que generó un interesante
coloquio con el público que probablemente se podía haber prolongado más allá
que la hora larga que duró. Entre los asistentes se encontraban jóvenes por
debajo de la treintena pero también muchos miembros del Ateneo, entre ellos
alguno de sus fundadores, rozando los 80 años. Y en esa sala llena de españoles
de distintas edades y trayectorias vitales, con diversas motivaciones para
emigrar y, aunque se respiraba una inequívoca sensibilidad de izquierdas entre
esas cuatro paredes, seguro que votantes de distintos partidos, se habló
durante más de una hora de política. Se pudo hacer política con mayúsculas: a
fondo, con apasionamiento, tocando incluso temas hasta hace poco tabú, pero sin
que nadie perdiera el respeto, sin que nadie tirara a la cara del otro ninguna sigla
política, sin que nadie perdiera de vista que lo más importante es la unidad,
la información, la conciencia política y la movilización cívica para poder
revertir todos los retrocesos en derechos y libertades que bajo la excusa de la
crisis económica o de la seguridad ciudadana caen como losas sobre muestras democracias.
Por supuesto que quedan
tareas por hacer. Falta, como decía Yolanda, que a esos “cuatro gatos” que conforman
hoy Marea Granate Zürich nos unamos muchos más hasta hacer manada…o jauría, que
mete más ruido. Falta una mayor cooperación con algunas de las mareas
nacionales, como la Marea Verde, para que quede claro lo que los españoles
dentro y fuera del país compartimos problemas y objetivos. Falta engrasar la
colaboración entre Marea Granate y otras movilizaciones por los derechos de los
inmigrantes, como la que lucha a través de la Plataforma REALCE y de distintas
APAS por la vuelta a la presencialidad en la enseñanza de lengua y cultura española
para los hijos de los emigrados españoles. O falta captar el interés de los
emigrantes de segunda generación, que frente a sus padres o a los que han
llegado más recientemente, tienen vínculos emocionales menos estrechos con España,
lo que suele conllevar también una implicación política de menor intensidad.
Pero a pesar de los retos
pendientes el acto de ayer demuestra que la unidad ciudadana y la conciencia
plena del retroceso histórico que estamos viviendo, y que hay que parar con
urgencia, rompe posibles barreras generacionales. Y confirma también que solo desde
la unidad y el compromiso podemos cambiar las cosas. Se disipan, pues, muchos nubarrones.
Recordaba ayer uno de los participantes del público a Gramsci y la necesidad de
conjugar “el pesimismo de la razón” con “el optimismo de la voluntad”. Gracias,
Marea Granate de Zürich y Ateneo Popular Español de Zürich, por hacerlo posible
con las distintas herramientas que tenéis a vuestro alcance.
Cuando lo presentan todo es de color de rosa
ResponderEliminarLuego cuando ya tienen relevancia nos venden como hacen todos los politicos sean de izquierdas o de derechas
Poderoso caballero es don dinero
Me parece generalizar demasiado. Además, en el caso que nos ocupa, el dinero no juega ningún papel.
Eliminar