Hace una semana recibí una respuesta de María Ángeles Muñoz Fernández de la Bastida, repleta de argumentos tramposos. La podéis consultar en este enlace.
En el escrito que le he remitido expongo argumentos que contradicen este intento de manipulación por parte del ministerio. La carta es extensa porque contesta punto por punto la versión dada por el MECD:
Oberdorf
(Suiza), a 1 de febrero de 2014
Estimada Sra. Da
Ma Ángeles Muñoz:
Me
dirijo a Vd. en respuesta a su escrito de 16 de enero, que recibí hace una
semana. De la lectura de su carta tengo que admitir que extraje una única
conclusión positiva: que sí había leído la que le remití el 8 de enero. He
dudado si responder a su escrito, pero he decidido sí hacerlo ante la duda de
que mi silencio se pudiese interpretar como conformidad con unos argumentos cuanto
menos inexactos.
Por
ello, voy a proceder a contestar a su escrito párrafo por párrafo:
- Soy
consciente de que el nuevo currículo y el nuevo certificado de las ALCE
exige, en efecto, cursar tres horas semanales completas, que es lo que mi
hija Sofía estuvo haciendo a lo largo del curso 2012/2013. Me temo que no
ha comprendido en absoluto lo que mi escrito reflejaba. En un modelo puramente
presencial, como el que mi hija disfrutaba, no se duplica en absoluto el
esfuerzo para asistir a las clases, como Vd. mantiene, al contrario: se
invierte el mismo esfuerzo (reservar una tarde tras la escuela, realizar
largos trayectos, etc.) pero para poder disfrutar del doble de tiempo de clase.
Es indefendible sostener que el que Vd. denomina “modelo mixto” facilite
el que más alumnos sigan en estas enseñanzas: antes bien, se corre el
riesgo de desmotivar a las familias de acudir a las clases. Algo que ninguno
de los que defendemos la necesidad de las enseñanzas de lengua y cultura
españolas desearíamos que ocurra.
- Me veo obligada a insistirle en que no se está pidiendo la “ayuda” de los padres, como indica en su escrito y repiten todos los representantes del ministerio. Se está exigiendo que los padres del alumno o, para ser más precisos, en las familias binacionales que abundan en las aulas ALCEs, el progenitor de lengua materna española, acompañe a su hijo durante los 90 minutos (si nos atenemos a la letra del modelo que propugnan) de realización de las actividades en línea. Como, por otra parte, no puede ser de otra manera cuando se está pidiendo a un menor de edad, a niños de 7, 8, 9 años, que acceda a Internet. Pero la exigencia va más allá del tiempo de dedicación (que se multiplica por el número de hijos que acudan a las clases). Si tomamos su argumento de que “ambas partes del modelo, presencial y no presencial, forman parte de un todo y son igualmente necesarias” para “cubrir los objetivos del currículo”, y teniendo en cuenta que tales objetivos no se han variado con la imposición del modelo semipresencial, necesariamente parte de los nuevos contenidos de las enseñanzas de lengua y cultura se impartirían a través de la plataforma digital Aula Internacional. Y eso exige de los padres que hacen estas actividades con sus hijos unas competencias didácticas o lingüísticas que no tienen por qué tener. Una discriminación que puede incidir en que niños cuyos padres han tenido menos oportunidades educativas vean afectado su aprovechamiento de las enseñanzas. Porque esa hora y media de enseñanza no presencial no es “impartida por profesores de la ALCE”, como Vd. bien sabe, y como detallaré más adelante. Por último, a las familias, además de mucho tiempo y conocimientos lingüísticos y pedagógicos, se les exige un tercer requisito que incide en el carácter discriminatorio de estas medidas y contradice flagrantemente su pretensión de hacerlas más accesibles: hacen obligatorio disponer de un ordenador con conexión a Internet. Un nuevo filtro socioeconómico inasumible para un programa público promovido por su ministerio.
- He intentado tomarme con buen humor su analogía entre ordenador y pizarra para no pensar que su intención era insultar mi inteligencia. Sé muy bien que el ordenador es una herramienta de la que habrá visto, si me leyó con atención, que no sólo no reniego sino que apoyo y utilizo. Sé también que la mayoría de los materiales en Aula Internacional fueron elaborados con mucho esfuerzo por profesores de ALCE. Como también sé que cuando los elaboraron lo hicieron en la creencia de que estaban destinados a un banco de recursos con carácter complementario. Y como también sé que carecen de la adecuada secuenciación pedagógica y unidad de criterio precisamente por eso, por ser unidades didácticas confeccionadas con otro fin.
- Creen
que les acuso de manera desproporcionada e injusta al afirmar que han
robado a nuestros hijos la mitad de sus horas de clase, y va más allá y
afirma que a nuestros hijos se les está ofreciendo “más tiempo lectivo que
nunca”. Le transcribo la definición que da la RAE (y sin ninguna otra
acepción) de lo que significa “lectivo”:
lectivo, va
(Del lat. lectum, supino de legere, leer, e –ivo). Adj. Dicho de un período de tiempo: Destinado a dar lección en los establecimientos de enseñanza.
La negrita es mía. Por si sigue albergando alguna duda acerca de la
reducción del tiempo lectivo a los alumnos de las ALCE y mantiene, pese a la
RAE, que el tiempo que pasan los niños frente a Internet es tiempo lectivo, argumentando
que un profesor “imparte” las clases en línea, el tiempo de dedicación horaria
semanal de los profesores en línea, reflejado en la siguiente tabla, lo
desmiente. Supongo que lo conoce bien, pues forma parte de las instrucciones
complementarias firmadas por Vd. misma con fecha 19 de abril de 2013:
Número
de alumnos
Atendidos
en línea
|
Horas
lectivas
semanales
|
50-70
|
3
|
71-120
|
4
|
121-170
|
5
|
171-220
|
6
|
221-270
|
7
|
271-320
|
8
|
321-370
|
9
|
Esto supone que el profesor en línea dedica a cada niño, en el mejor
de los casos, 3 minutos y 36 segundos a la semana. En el peor, 1 minuto y
veintisiete segundos semanales. Parece indefendible su afirmación en base a su
propia planificación.
Mantener además que la disminución del tiempo lectivo (me mantengo
fiel a la RAE) a la mitad no afecta al contacto entre los compañeros de clase
ni obstaculiza la realización de actividades complementarias refleja su total
alejamiento de la realidad de las aulas.
· Asegura en su carta que la enseñanza en línea “no es
una enseñanza de segunda clase”. En ningún momento la califiqué así y me
manifesté a favor de las TICs como herramienta complementaria a las clases,
pero nunca en sustitución de las mismas. Sofía y sus compañeros acuden a sus
clases en las ALCEs para aprender y mejorar su competencia lingüística en
español y sumergirse en la cultura española que también es la suya. Lo hacen en
países en los que la lengua del entorno, de la enseñanza y de la mayoría de sus
relaciones sociales es otra y, por ello, la inmersión que les proporciona(ba)n
esas tres horas de clase es fundamental en su competencia lingüística. Porque de
mejorar su competencia digital ya se ocupan en la escuela del país en el que
viven, en mi caso, el colegio suizo. No confundamos los objetivos prioritarios.
Y que la autonomía en el aprendizaje mejore mediante un modelo en el que los
padres de hijos pequeños deben cumplimentar en el ordenador ejercicios a los que
un niño que apenas ha aprendido a leer no puede acceder es, siendo moderada en
mi apreciación, más que dudoso.
· Por último, me alegra que sean conscientes de la
capacidad, responsabilidad y solidaridad de los padres. Llegué a pensar que
cuando cargos nombrados por su ministerio apelan a la responsabilidad y
solidaridad de los padres en reuniones públicas y en circulares, y dan a
entender que estar en contra del modelo semipresencial es síntoma de carecer de
esas cualidades, Vds. tendrían algo que ver.
· Para finalizar, le recuerdo que como ciudadana ejerzo
mis derechos, incluidos el de opinión y expresión. No tengo “miedos” ni “recelos”
ante el modelo semipresencial: me opongo plenamente a él y para expresarlo y
argumentarlo no voy a esperar a que esté implantado sin posibilidad de marcha
atrás. Supongo que el hasta hace poco consejero de sanidad de la Comunidad de
Madrid también hubiera preferido que la Marea Blanca aplazase cualquier campaña
hasta una vez bien implementada la privatización sanitaria. Pero como comprenderá,
y sin salir de los ejemplos médicos, no es de recibo decirle a un enfermo que a
lo mejor cortándole la pierna su situación mejore, a pesar de que haya muchos
síntomas que contravengan la intervención, y que sólo luego, si comprobamos que
la solución no era tal, estará plenamente justificado que reclame.
Si
de verdad su intención es que las ALCEs mejoren y tengan un futuro que dé la
oportunidad a generaciones de españoles en el exterior de mantener su lengua y
su cultura, escuche a la comunidad educativa, familias y maestros, y
reconsideren la idoneidad del modelo. A veces, desde los despachos de Madrid,
se pierde la perspectiva de cómo es el día a día de la enseñanza.
Atentamente,
Fátima del Olmo Rodríguez
Magistral respuesta. ¡Me quito el sombrero y te hago la ola, compañera!
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