lunes, 4 de marzo de 2013

Genügsam


Genügsam

El otro día durante la clase de alemán iniciábamos un tema nuevo que el libro dedicaba a la felicidad. Dentro de la nube de palabras que  se relacionaban con este inasible concepto surgió un adjetivo que desconocíamos, genügsam. Nuestra profesora nos lo aclaró (en alemán) y deduje de sus palabras que era un término que le parecía innegablemente positivo. Por si acaso, le pregunté si en algunos contextos se podía usar con un significado negativo o de crítica y me aseguró que en absoluto. Igual había entendido mal la explicación, así que miré en mi diccionario y encontré la traducción que me estaba temiendo:
genügsam
adj contentadizo, fácil de contentar;im Essen [comida]: sobrio; frugal; (gemässigt) moderado; (bescheiden) modesto;
genügsam sein contentarse con poco
II adv genügsam leben vivir modestamente (o con sobriedad)
Se confirmaba, al menos desde mi punto de vista, que era un adjetivo poliédrico. Un concepto que en ocasiones podríamos utilizar para describir a una persona que sabe valorar y cuidar los pequeños tesoros que le rodean y sentirse afortunada, por ejemplo, con la sonrisa de su hijo o con un rato de conversación con sus amigos o con un paseo por Madrid empapándose con su  variedad de ruidos y colores  ¿Quién podría no ver algo así como positivo? Pero, por otro lado, el adjetivo me provocaba bastante desazón, porque se deslizaba también hacia el terreno de la falta de aspiraciones y ambición vital, hacia el conformismo o, incluso, el fatalismo. Si las mujeres hubiésemos sido genügsam los últimos doscientos años, probablemente nuestro día internacional no fuese el aniversario de la masacre de unas obreras luchando por sus derechos sino que celebraríamos la felicidad de ser madres ergo mujeres auténticas (¿no es así, Sr. Gallardón?) llevando flores a María en mayo. Si los obreros hubieran sido genügsam los últimos doscientos años, hubiesen seguido aceptando agradecidos la caridad de sus patronos en navidad y otras fiestas de guardar en vez de haber luchado por sus (nuestros) derechos hasta dejarse la vida en ello. Si los ciudadanos fuesen siempre genügsam no habría manifestaciones multitudinarias en Portugal ni mareas en España ni primaveras árabes en el norte de África. Ni problemas para los poderosos, en suma.
Así que, testaruda como soy y obsesionada por el vocabulario (mis sufridos alumnos darían fe de ello) le volví a insistir al final de la clase a mi también sufrida profesora, porque no lo veía claro o, lo que más me sorprendía, no entendía como ella podía ver tan claro que fuese un adjetivo unívoco. Consultada la lista de sinónimos que da Duden, confirmó su criterio al tiempo que multiplicó mis dudas: bedürfnislos (sin necesidades, sin pretensiones), uneitel (lo contrario de vanidoso o –ojo, sólo para mujeres-de coqueta), modest (modesto), anspruchslos (sin pretensiones, contentadizo, poco exigente), abstinent (abstinente, abstemio), unprätentiös (lo contrario de presuntuoso, pretencioso), bescheiden (modesto, discreto, sencillo y en algunos contextos, humilde), enthaltsam (abstemio en la bebida, frugal en la comida y continente en el sexo), massvoll (mesurado, comedido), dankbar (agradecido), eingeschränkt (restringido, reducido), frugal (frugal, como en español) y  einfach (sencillo, simple, modesto), por dar solo los principales.
En el tren de camino a casa seguía preguntándome, perpleja, por qué ni mi profesora ni mis compañeros veían trampa alguna en la bonhomía del adjetivo ¿Tengo el espíritu crítico hipertrofiado? Pero eso no puede ser malo, me decía, mientras aún recordaba con un escalofrío el delicioso espacio de radio que Juanjo Millás, Pepa Bueno y Gemma Nierga nos habían regalado el día anterior advirtiendo lo necesario que es para una sociedad la capacidad de análisis y de crítica como antídoto contra el alienamiento ¿O es el espejismo de un supuesto bienestar económico el que nos hace caer en las trampas del conformismo? Puede ser. España había despertado del sueño de las clases medias cuando se pinchó la burbuja especulativa y muchos (no suficientes, probablemente) dejaron de ser “mayoría silenciosa”... y genügsam. Mientras, Suiza sigue viendo lo que ocurre  en el sur de Europa como una pesadilla lejana e imposible. Y no podía evitar relacionar el genügsam sein con ese mantra repetido hasta la saciedad por tertulianos, opinadores y otros terminales de la derecha mediática neoliberal que con irremediable condescendencia afirman que “lo importante para un parado es trabajar, lo de menos las condiciones, no le hables tú ahora a una padre de familia en paro de convenios e indemnizaciones por despido, sino de ingresar cada mes un sueldo para dar de comer a sus hijos”. Esta es la falacia n°2, consecuencia necesaria de la falacia n°1, el “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”. O dicho de otro modo: “Os quitamos vuestros derechos por vuestro bien y no os quejéis, que la culpa, al fin y al cabo, ha sido vuestra”. Algo que parece que empieza a calar cuando muchos jóvenes, como nos contaba hoy la Ser, estarían dispuestos a aceptar minijobs.
De lo que no cabe duda, es que mi libro de alemán tiene razón al relacionar el genügsam sein con la felicidad. La felicidad de disfrutar de las pequeñas cosas, que seguro que nos engrandece. Pero también la felicidad que da vivir en la ignorancia y en la falta de compromiso, ahorrándose así las frustraciones que produce el no alcanzar los objetivos vitales y sociales a los que se aspira. Esa felicidad, a lo peor, nos empequeñece.

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