Reproduzco a continuación la carta que he remitido por correo electrónico al consejero de educación en Berna y a la subdirectora general del Promoción Exterior Educativa del MECD, en las que les expongo los motivos por los que no quiero participar con mi hija en la farsa que envuelve a la imposición del modelo semipresencial para las Agrupaciones de Lengua y Cultura Española para los hijo e hijas de los emigrantes españoles:
Oberdorf
(Suiza), a 8 de enero de 2014
Sr. D. Eduardo
Butler Halter,
Sra. Da
Ma Ángeles Muñoz Fernández de la Bastida:
Soy
madre de una niña de 8 años, Sofía ..., que asiste al tercer
curso de Lengua y Cultura Española, nivel A2.2, en el aula de la que la
Agrupación de Zürich dispone en la ciudad de Lucerna, y sólo en calidad de
madre de alumna me dirijo a Vds. Mediante las siguientes líneas les quiero informar
de algo que ya saben, aunque sea como parte de una estadística: que hemos
decidido no hacer con nuestra hija la parte online
(o no presencial) del programa, para lo cual ni siquiera facilitamos la
preceptiva dirección de correo electrónico, necesaria para tener las claves de
acceso a Aula Internacional. Lo que
sus estadísticas no van a recoger son las causas por las que tomamos esa
decisión y por eso creo necesario explicárselas en detalle y, además, hacerlas públicas.
Incluso
desde antes de mi llegada a este país, hace más de diez años, ya tenía noticia de la actividad de las ALCEs.
Como profesora de español lengua extranjera he tenido además la oportunidad de
coincidir con cierta frecuencia en cursos de formación con maestros de las
agrupaciones, lo que me reafirmó en algo que ya teníamos claro desde el
nacimiento de nuestra hija: el deseo y necesidad de que acudiese a las clases
de lengua y cultura desde que cumpliese la edad requerida para matricularla. Con
siete años Sofía pudo acceder al A2.1 (ya
que podía leer y escribir en español) y desde agosto de 2012 acude cada semana
a su clase en Lucerna, ilusionada y motivada. Pese a los casi 50 minutos de
tren y autobús de cada trayecto. Pese a tener que ir masticando el postre
mientras se calza las botas. Pese a llevar despierta desde las siete menos cuarto
de la mañana ¡Y que nadie le diga una semana que no puede ir a su clase de
español! No es para menos. Ha tenido una suerte inmensa con su maestra, alguien
que desde el cariño y desde el rigor les ha transmitido amor por la lengua y la
cultura española A eso se suma que ir a la clase de español le ofrece una
experiencia que desconocía: compartir pupitre y recreo (cuando aún tenían
tiempo para un recreo, claro) en español con otros niños y niñas. O poder visitar un museo descubriendo a
Picasso en su lengua materna...
Pero
a mi hija y a sus compañeras y compañeros y al resto de niños de los tres
primeros cursos se les ha robado (permítanme la contundencia del verbo, pero es
el que mejor define la situación), desde agosto de 2013, la mitad de ese tiempo
para aprender, para hablar, para jugar, para cantar, para reír, para darse la
mano, para abrir mucho los ojos ante un cuadro colgado en la pared de un museo
(y no en un buscador de Internet). Nada menos. La mitad: de tres horas
semanales a hora y media. Y apoyándose en un argumento tan pintoresco como es
que esto se hace para mejorar el programa ALCE ¿¡Mejorarlo!? Y con la no menos pintoresca
pretensión de que esa hora y media presencial se pueda sustituir por hora y
media de ejercicios en una plataforma en Internet, Aula Internacional, desde casa. No voy a entrar a explicarles lo
que desde multitud de colectivos se les ha argumentado con todo detalle desde
hace muchos meses: que un ordenador no sustituye nunca a un maestro presencial,
que no todos los padres están capacitados para ayudar a sus hijos en las tareas
de Aula Internacional, que obligar a
las familias a tener un ordenador con acceso a Internet ni es legal ni
contribuye a la igualdad de oportunidades, que pedagógicamente es un disparate
y un sinfín de razones que echan por tierra la semipresencialidad impuesta
desde su ministerio.
Lo
que quiero contarles es que hemos decidido no acceder a Aula Internacional para
no participar del engaño. No porque tengamos problemas con la clave: ni la
hemos solicitado. No porque Aula
Internacional sea un instrumento de calidad discutible (que parece que lo
es), porque eso no es lo fundamental. Lo fundamental y que no admito es que se
nos pretenda convencer que hay una equivalencia, ni remota, entre la hora y
media de clase presencial que han quitado a mi hija y la supuesta hora y media
de actividades online en Aula Internacional. Y, de paso, quiero aclararles algunos
equívocos, para evitar interpretaciones erróneas:
- Los
padres de alumnos de las ALCEs no somos analfabetos digitales temerosos de
lo desconocido. Como profesora de español recurro constantemente a la
ingente cantidad de materiales excelentes
que Internet pone a nuestra disposición. Tengo un blog, soy muy
activa en las redes sociales y una entusiasta del uso de las TICs en la
enseñanza. Estaré encantada de que mi hija pueda disponer en el futuro de
una plataforma en línea de calidad, segura y con buenos materiales en
español adaptados al perfil de los alumnos de ALCEs, a los que una niña, motivada y curiosa
como ella, pueda acceder para hacer actividades complementarias o conectarse
con sus compañeros o con otros niños del resto del mundo. Actividades complementarias,
pero NUNCA en sustitución de su tiempo de clase.
- Los
padres de alumnos de las ALCEs no somos irresponsables egoístas que no
queramos dedicar tiempo a la enseñanza en español de nuestros hijos. Como
tampoco es cierto que la única cultura española que sepamos transmitirles
a los niños sea la alineación de la seleccion de fútbol, como tuve que
escuchar, con mucha vergüenza ajena, de boca de un alto cargo diplomático
español. Desde que mi hija entró en el Kindergarten
suizo, en paralelo hacía con ella en casa libros y cuadernillos que se
utilizan en la escuela infantil en España. Aún después de empezar a acudir
a las clases en la ALCE, he seguido trabajando con ella en casa los libros
de texto de Conocimiento del Medio y Educación Musical de primaria,
dedicándoles a la semana mucho más tiempo del que ocuparían las
actividades de Aula Internacional.
Y vivir con libros en español en su entorno o escuchar la actualidad en la
radio española no dejan de formar
parte de su acervo cultural. Estoy convencida de que como nosotros, todos
los padres y madres que se empeñan en que sus hijos acudan a las clases de
ALCE dan lo máximo, dentro de sus posibilidades y aptitudes, para
transmitir a sus hijos su lengua y su cultura.
- Los
padres de alumnos de las ALCEs no somos insolidarios con los problemas de
España. En principio, porque no nos son ajenos: muchos emigrantes
españoles lo han sido y lo vuelven a ser por razones económicas y
laborales. Y quien no, siempre tendrá familia y amigos en España
vapuleados por el paro, la inseguridad laboral, los recortes en sanidad,
educación y dependencia o el menoscabo de los derechos sociales. Nunca en
estos meses hemos pedido aumentar los recursos económicos para las ALCEs
(además de que, según el ministerio, no hay razón económica alguna detrás
de la semipresencialidad). Y al pedir que se mantenga la calidad de la
educación que reciben nuestros hijos a través de las ALCEs no estamos sino
uniendo nuestras voces al del resto de familias que, también en España,
aspiran a una educación pública que garantice la igualdad de oportunidades
de sus hijos. La causa es común.
Espero
con este escrito haber arrojado luz sobre las motivaciones de nuestra decisión
de no participar en Aula Internacional.
Para cualquier aclaración, no duden en ponerse en contacto conmigo. Confío en
que el conjunto de voces que están intentando apelar al sentido común les haga
replantearse la viabilidad del modelo impuesto.
Atentamente,
Fátima del Olmo Rodríguez
He hecho ya referencia a este problema en una entrada anterior: "Picasso, la marca España y la acción educativa exterior", http://cuadernosdesdeladistancia.blogspot.ch/2013/06/picasso-la-marca-espana-y-la-accion.html
Existe además abundante información acerca de la movilización generada contra las semipresenciales en las páginas web de la Plataforma en Defensa de las ALCEs de Zürich (https://sites.google.com/site/alcesdefensazurich/) y de la Plataforma REALCE (http://www.plataformarealce.es/), además de en los perfiles sociales de ambas organizaciones.
Existe además abundante información acerca de la movilización generada contra las semipresenciales en las páginas web de la Plataforma en Defensa de las ALCEs de Zürich (https://sites.google.com/site/alcesdefensazurich/) y de la Plataforma REALCE (http://www.plataformarealce.es/), además de en los perfiles sociales de ambas organizaciones.