domingo, 10 de marzo de 2013

11 de marzo

En pocas horas se cumplirán nueve años del ataque terrorista que arrancó la vida a 192 compañeros y compañeras de viaje y que dejó el cuerpo o el alma lesionados a muchos cientos más. Nueve años de uno de los días más tristes que recuerdo, del que podría evocar casi cada minuto y que sé, sin embargo, que viví con sensación de irrealidad y con mucho aturdimiento. Nueve años desde que a eso de las ocho de la mañana sonase el teléfono de mi casa aquí, tan lejos ese día de Madrid, para escuchar a mi madre decirme que no me preocupara si oía las noticias, que les habían desalojado del tren que iba a salir de Alcalá porque "algo" había pasado en Atocha. Nueve años desde que encendí la tele, a ver qué había pasado, con una despreocupación relativa, para encontrarme con un inesperado relato del espanto. Nueve años desde que llamé a mis antiguas compañeras en aquella oficina de Méndez Álvaro para que me dijeran si todos habían llegado. Nueve años desde que mi amiga Almudena, por fin, entró en la oficina y ella, que tan entera era siempre, rompió a llorar al narrar lo que había acertado a comprender de la tragedia. Nueve años desde que mi madre me envió un SMS inolvidable en el que por primera vez se alegraba de que me hubiese venido a vivir a Suiza. Y es que hasta hacía siete meses durante años me había subido puntualmente en los mismos vagones de dos de los trenes que hace hoy nueve años se convirtieron en un amasijo de hierros. Para ir de mi casa en Alcalá a la oficina cerca de Atocha. A veces el de la 7:00, a veces el de las 7:06. Ese día una parte de mis compañeros habituales de viaje (casi siempre éramos los mismos en el mismo vagón) fueron salvajemente asesinados a la altura de la calle Téllez, otros en Atocha. Y en esos y otros dos trenes también muchos vecinos de mi ciudad, y dos compañeras de la empresa y tantos más...

Y pienso en que hace nueve años el tren de mi madre no llegó a salir de Alcalá y que ayer la pude felicitar por su cumpleaños. Y pienso en que mi mejor amiga, mi hermana casi, se bajó de un tren maldito una parada antes de que estallase y que, joder, Pilar, hace mucho que no te llamo para decirte que te quiero pese a la distancia.

Y pienso con asco en los asesinos cuyo fanatismo ciego y salvaje se convirtió en el horror para mi querida Madrid. Y pienso con vergüenza e indignación en los que mintieron y manipularon conscientes de que su inmoralidad llevándonos a una guerra injusta e ilegal no era ajena al horror. Y pienso con desprecio en todos aquellos que han instrumentalizado la tragedia para vender conspiraciones delirantes.

Y pienso con admiración en las víctimas que sobrevivieron y en las familias de los que se fueron. A ellos y a la gente que quiero, un abrazo largo y silencioso. Ya he hablado demasiado en un día en el que sobran las palabras.

http://youtu.be/_-dEkJihdtQ

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